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4 mitos sobre la ley de inclusión a los que no debes temer Ley de Inclusión Escolar

4 mitos sobre la ley de inclusión a los que no debes temer

El 1 de marzo de 2016 comenzó a regir la Ley de Inclusión y los cambios ante su implementación han generado dudas y confusiones. ¿Se cierran los colegios particular subvencionados? ¿Por qué hubo familias haciendo fila por un cupo en el colegio Salesianos de Santiago? Educación 2020 responde estas preguntas y derriba mitos sobre la nueva legislación.


Dudas y más dudas ha generado la implementación de la Ley de Inclusión, que prohíbe el lucro, el copago y la selección en los establecimientos públicos y subvencionados. Un proyecto que busca cambiar la realidad del 93% de la oferta educativa del país, por eso Educación 2020 aclara los cuatros mitos falsos sobre esta ley que tiene a los colegios de cabeza implementándola.

1. La ley cierra colegios particular subvencionados

Con lo que termina la ley de inclusión es con el lucro, el copago y la selección. La gran mayoría de los colegios públicos funciona así hace años, ahora se sumarán los particulares subvencionados, que seguirán existiendo con algunos cambios.

¿Qué cambia? Desde 2017 los colegios particular subvencionados deberán convertirse en corporaciones sin fines de lucro. Es decir, los sostenedores o dueños no podrán retirar las utilidades generadas por el colegio, sino que deberán reinvertirlas en el establecimiento.

Es importante considerar que todos los años se cierran colegios, independientemente de su régimen de financiamiento. Como recién en julio y diciembre de 2017 los sostenedores de colegios particulares subvencionados deberán indicar si se convierten en corporaciones sin fines de lucro, el número de colegios que ha cerrado es una cifra preliminar no necesariamente relacionada a la ley de inclusión.

2. La ley prohíbe a las familias aportar dinero a la educación de sus hijos e hijas

Lo que se prohíbe es el lucro, el retiro de utilidades por parte del sostenedor, en colegios con subvención estatal. También se termina con el copago o pago de “mensualidad”. Ningún colegio va a tener menos recursos, porque será el Estado quien pague en lugar de las familias. Este cambio ocurrirá de forma gradual.

La fórmula es así: la mensualidad baja en la misma medida que aumenta la subvención estatal. Según el Mineduc, ésta ha aumentado en $20 mil promedio. Los colegios con un copago de $30 mil o menos serán gratuitos, gracias a distintos aportes, como la subvención, el incentivo a la gratuidad y la ley SEP ampliada.

Las familias sí podrán seguir aportando, a través de donaciones al colegio o aportes al centro de padres. También pueden aportar sin dinero. Hay evidencia sustantiva del aporte que significa la participación de los padres en la educación de sus hijos e hijas, involucrándose en la relación familia-escuela, más allá de lo monetario.

3. La ley aumentarán las filas para asegurar una matrícula

En nuestro sistema de mercado, se genera ansiedad y demanda por un servicio o producto con poca oferta. Esto ocurre desde antes de la puesta en marcha de la ley de inclusión y en ámbitos tan dispares como una matrícula o un recital de música. El desafío para nuestro sistema educativo es terminar con esta lógica de competencia y que no parezca que la calidad se concentra solo en algunos colegios.

En el caso del Salesianos de Santiago, este colegio seleccionaba y cobraba copago y ahora avanza a ser gratuito y con selección por orden de llegada. Eso incentivó la demanda y el interés de las familias. El término del copago es una buena noticia, porque derriba barreras socioeconómicas que segregan a niños y niñas. La idea es que no sea el colegio quien elija a qué estudiante educar (bajo criterios económicos, religiosos o académicos), sino que las familias escojan el proyecto educativo que les haga más sentido.

De hecho, el nuevo sistema de admisión es más cómodo y termina con filas u otros procesos engorrosos para postular a un colegio. Ahora existirá un software al que las familias podrán acceder desde sus casas o lugares habilitados por el Mineduc, muy similar al utilizado para postular a la educación superior.

El softwre garantiza condiciones más justas, ya que asegura que el postulante sea seleccionado en alguna de sus tres primeras opciones. En su implementación en Magallanes, más del 60% quedó en su primera opción y sobre el 80% lo hizo dentro de las tres primeras. Este porcentaje está por sobre el promedio de otros lugares donde también se implementa este sistema, como Holanda, Finlandia o Estados Unidos. En Nueva York, por ejemplo, cerca del 40% queda en su primera opción. El desempeño de Chile está al nivel de estándares internacionales.

4. La ley empeora la calidad al terminar con la selección académica

 Una educación de calidad no es sólo el dominio de habilidades académicas (matemática o lenguaje), sino también el desarrollo integral de las personas, el despliegue de habilidades que nos permitan vivir en comunidad y valorar la diversidad. Ése es el espíritu de una educación pública, que sea el espacio de encuentro con otros, con los distintos, como iguales.

Hay que aclarar que la selección académica no terminará de un sopetón; será gradual. Comenzó en 2016 en Magallanes, en 2017 se extenderá en Tarapacá, Coquimbo, O’Higgins y Los Lagos y en 2018 llegará al resto del país. Y en las regiones donde ya comenzó también será gradual por nivel: arrancará con prekínder, kínder, séptimo básico y primero medio, para extenderse a los demás cursos en 2018.

Al terminar con el copago y la selección en colegios particular subvencionados, la educación chilena permite que la posibilidad de encuentro y mezcla se extienda más allá de los colegios municipales. En un país segregado, esto es un indicador de buena calidad de la educación.

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