Opinión
El acceso a agua limpia en cantidades suficientes, un recurso básico para toda forma de vida, está escalando en la agenda de preocupaciones globales. Hoy en día, según la ONU, unos 1.900 millones de personas viven en zonas donde podría darse una seria escasez de agua y la cifra podría elevarse a los 3.000 millones de personas para 2050.
La misma ONU advierte además que 1.800 millones de personas consumen agua de una fuente no mejorada, sin defensas frente a la contaminación ocasionada por las heces humanas. Más del 80% de las aguas servidas generadas por la sociedad vuelve al medioambiente sin haber sido tratadas.
En Chile, estamos en buena posición. La cobertura del agua potable en las localidades urbanas es de 100%, lo mismo que el tratamiento de las aguas servidas recolectadas en los sistemas de alcantarillado urbanos. Pero en un entorno cambiante, no podemos bajar el ritmo, hay que seguir corriendo para mantener un servicio de calidad, 24/7, los 365 días del año.
Asegurar agua en cantidad y calidad suficiente para los más de 16 millones de habitantes urbanos de Chile en un contexto de cambio climático, escasez hídrica y crecimiento demográfico es un desafío país, al que las empresas sanitarias aportamos nuestros mayores esfuerzos. La producción de agua potable de buena calidad y su distribución ininterrumpida a los hogares, servicios e industrias hace posible la vida en las ciudades y un sinnúmero de actividades que se realizan allí.
Por eso, las empresas sanitarias buscamos de manera constante soluciones para anticiparnos a los riesgos a través de nuevas obras de infraestructura, pero también a través del perfeccionamiento de nuestras operaciones en temas que van desde la gestión integral de redes hasta la respuesta a las situaciones de emergencia.
Para abastecer a todas las localidades urbanas utilizamos, en promedio, el 8% del agua que se consume en Chile. Así, en conjunto con otros usuarios del agua, formamos parte de un sistema interconectado y una respuesta efectiva a los retos del futuro requiere la participación de todos los involucrados.
El llamado de la ONU este año es a mirar la manera en que la naturaleza resuelve los desafíos del agua. Las soluciones basadas en la naturaleza sin duda deben ser examinadas con atención. Hay experiencias internacionales en países como China o Alemania donde, por ejemplo, se están instalando las primeras ciudades esponja, capaces de contener, absorber, limpiar y utilizar el potencial del agua de las lluvias.
Las herramientas utilizadas son, por ejemplo, techos verdes, esto es, techos con pasto, plantas o musgo, por ejemplo, que evitan que la lluvia llegue al suelo y que se saturen los sistemas de alcantarillado. También se están probando pavimentos permeables, que al ser porosos permiten el paso del agua y la filtran para que penetre en la tierra y llegue a las napas subterráneas.
Estas soluciones “verdes” son complementarias a la infraestructura construida (o gris) y pueden ayudar a aumentar la resiliencia frente al cambio climático y proveer beneficios sociales, ambientales y económicos adicionales. En la medida que tengamos una mirada integral y abordemos el desafío de manera multidisciplinaria, con una alianza público privada y con participación de todos los actores, mejores serán las soluciones a las que llegaremos.
