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Día Mundial del Agua: el necesario cambio cultural Opinión

Día Mundial del Agua: el necesario cambio cultural

El agua es un elemento esencial para la vida, propicia el bienestar de la población y el desarrollo económico. Incide en el buen funcionamiento de ecosistemas terrestres como bosques, humedales, praderas y cultivos agrícolas, permitiendo la soberanía alimentaria y energética, la salud humana y el desarrollo productivo.


En la actualidad más de 660 millones de personas viven sin suministro de agua potable en el mundo, y en Chile aproximadamente 400 mil personas no tienen acceso a ella. Para subsistir estas personas deben enfrentarse a situaciones que afectan su dignidad y derechos humanos fundamentales. Este problema seguirá aumentando, ya que se estima que al año 2025 un 30% de la población mundial carecerá del agua necesaria para una vida sana y segura.

El comportamiento humano actual fomenta el cambio global, incluido el cambio climático, y provoca crisis episódicas asociadas con el abastecimiento de agua para uso humano. Así también, cuando degradamos o eliminamos los ecosistemas, a través de incendios, urbanización, sobreexplotación, entre otros, en definitiva afectamos y dificultamos el acceso al agua a los mismos seres humanos y a nuestras futuras generaciones. Esto, en su conjunto, nos está privando de elementos imprescindibles para sobrevivir y prosperar como especie.

En este contexto resulta imperioso replantear nuestra relación con los ecosistemas, promoviendo y adoptando un cambio cultural y ético respecto al uso del agua y el suelo. Las soluciones y respuestas a este desafío están en la propia naturaleza: con solo sostener una relación armónica con los ecosistemas, podríamos lograr el buen vivir en nuestros territorios. Para esto es necesario adherir y profundizar en los Acuerdos y Convenios Internacionales enfocados a combatir los efectos del cambio global, pero también trabajar directamente en los territorios rurales y en las urbes de nuestro país.

El Estado de Chile debe pasar desde las acciones de emergencia, como la entrega de agua en camiones aljibe, a estrategias que enfrenten la raíz del problema y entreguen soluciones definitivas y de largo plazo para sus habitantes. En este sentido, el Instituto de Ecología y Biodiversidad (IEB) promueve un modelo de gestión territorial en el sur de Chile, enfocado en entender la complejidad del problema de escasez estival de agua, considerando el conocimiento y experiencia de quienes habitan el territorio, con el propósito de generar redes virtuosas de colaboración entre organizaciones locales (como Comités de Agua Potable Rural, juntas de vecinos, etc.), gobiernos municipales, provinciales y regionales. A esto debe agregarse el conocimiento generado por la academia durante décadas, el cual es urgente aplicar para mejorar las prácticas de manejo productivas con un enfoque de ecosistemas, conformando equipos multidisciplinarios para integrar las dimensiones socio-cultural, económica y ecológica, creando soluciones en base al mejor conocimiento y tecnologías disponibles.

Este trabajo debe ser a escala de microcuenca, que es un terreno delimitado por las cumbres de los cerros, donde el agua de la lluvia es captada y conducida hacia un curso de agua común (estero, río o lago), suministrando agua a los ecosistemas y la población. Asimismo, debe incluir el uso de metodologías participativas de planificación territorial estratégica, enfocado en lograr el buen vivir de los habitantes locales. El modelo de trabajo se denomina Red Participativa de Agua Potable Rural y contempla tres pilares: una red de agua potable, monitoreo hidro-climático y plan de ordenación de las actividades productivas en la microcuenca. Esto permite entender las causas del problema de escasez hídrica y proyectar una solución de largo plazo. Es una herramienta flexible y adaptable, por lo que puede ser replicada en muchos territorios rurales del país.

Además, este modelo de trabajo es de largo plazo y más económico que las soluciones de emergencia, pero permanentes, que entrega actualmente el Estado; promueve la autogestión y la colaboración entre habitantes de un mismo territorio; involucra al Estado en todos sus niveles y descentraliza; coordina actores para un uso eficiente de los recursos públicos y; fomenta una mejor gobernanza en los territorios. En síntesis, promueve una nueva cultura del uso del agua y la tierra. En el Día Mundial del Agua invitamos a una profunda reflexión sobre este necesario cambio cultural.

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