Opinión
El Archipiélago Juan Fernández es un lugar prioritario para la conservación de la naturaleza a nivel mundial, porque representa un hotspot o “punto caliente” de biodiversidad. Esto significa que se trata de un lugar reconocido mundialmente por su gran diversidad de flora y fauna única en el mundo, que solo habita en ese lugar y que al mismo tiempo, está bajo grave amenaza.
En efecto, es un área 31 veces más endémica que Las Islas Galápagos, lo que significa que existen muchísimas más especies que habitan única y exclusivamente allí. Sin embargo, este lugar enfrenta graves amenazas, como es el caso del atún de aleta azul, una especie que se encuentra en peligro de extinción y que tradicionalmente ha sido objeto de caza indiscriminada.
Es por eso que la creación de nuevas Áreas Protegidas Marinas durante este gobierno, representa uno de los grandes logros de la Presidenta Bachelet, que sin duda será un legado que será recordado por generaciones.
En el caso de Juan Fernández, se ha aprobado la creación de un Parque Marino de 262 mil km² y un Área Marina Costera Protegida de Múltiples Usos de 24 mil km². Aún cuando el tamaño del área es inferior a lo que la Presidenta anunció, se trata de un progreso en materia de conservación, que es esperable sea el puntapié inicial de más avances en esta zona.
Nuestra próxima y urgente prioridad debe enfocarse ahora en las islas mismas. La erosión, las especies exóticas invasoras, el cambio climático y su consiguiente aumento de eventos extremos, están llevando a la extinción de las especies que habitan dentro de la isla.
La ciencia nos indica que el Picaflor de Juan Fernández -especie que sólo habita en este archipiélago- está a un par de décadas de desaparecer de la tierra, si no tomamos cartas en el asunto. Otro es el caso de Gavilea insularis, una orquídea chilena mantenida en el anonimato por su escasa presencia. Estos son sólo unos ejemplos de la invaluable riqueza natural que posee este territorio.
Según la OCDE, el medioambiente es uno de los cuatro principales ejes impulsores del bienestar social, tan importante como el estado de la economía, la justicia social y la salud de la población.
Por ello, un gran desafío para el nuevo gobierno, no sólo será la creación del necesario Servicio de Biodiversidad y Áreas Protegidas, sino que también lo será el cumplimiento de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, que Chile suscribió junto a 193 países el año 2015.
Si el gobierno de Sebastián Piñera pretende ser realmente un gobierno de unidad nacional, deberá comprender que el verdadero camino al desarrollo no pasa por debatir falsamente entre crecimiento y cuidado de la naturaleza -como ocurrió en el caso Dominga- sino entender que la conservación de nuestro patrimonio ambiental potencia el crecimiento económico a largo plazo.
El Archipiélago Juan Fernández será sin duda un lugar donde el Estado de Chile deberá mostrar su altura de miras en políticas públicas a largo plazo en materia de desarrollo sostenible, porque el verdadero camino al crecimiento y desarrollo es cuando toda la sociedad obtiene bienestar de la naturaleza, en un marco que busca la prosperidad integral y perdurable, es decir, sustentable.
