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Inclusión: Una carrera de larga distancia Opinión

Inclusión: Una carrera de larga distancia

María José Escudero
Por : María José Escudero Co-Fundadora y Directora de Incidencia en Fundación Ronda
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Hace algunos días se dio por inaugurada la Línea 6 del Metro de Santiago. Todos felices y las expectativas se cumplieron en varias personas. Sin embargo, para algunos no fue una grata experiencia. Francisca Mardones, destacada tenista paralímpica y quien recientemente se integró a nuestro Directorio, vivió un ingrato momento al darse cuenta de que la marcha blanca no consideraba acceso para Personas en Situación de Discapacidad (PsD) en todas las estaciones y debió ser ayudada por guardias para acceder a este servicio.


¿Qué nos dice esta experiencia? Por cierto, que la inclusión no es algo prioritario entre la sociedad. Pero más allá de eso, ¿por qué no se considera informar que no lo será? Así, con esta información la persona puede escoger si pasar por este episodio o no; por último va preparada a que una vez más en su vida dependerá de otros. Esto significa que lo que se nos viene por delante no es una carrera corta. No es de 100 metros planos, sino que más bien tenemos que prepararnos para una maratón, una carrera que correremos todos, donde gana Chile o perdemos todos.

Recordemos que según el último Estudio Nacional de Discapacidad (2015), en Chile el 20% de hombres y mujeres de 18 años o más, es decir 2.606.914 personas, viven con una leve, moderada o severa discapacidad física, sensorial, síquica y/o mental. Esto demuestra que aún en Chile estas personas están sujetas a la vulneración de sus derechos, no se les da autonomía y -además- se desconoce la Convención de las Naciones Unidas sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad ratificada por Chile hace muchos años; en 2008, para ser más exactos. Esto es mucho más profundo que como chilenos una vez al año donemos dinero en la Teletón. Esto es realmente entender el desafío y a lo que estamos llamados. Accesibilidad universal es lo que esperamos y a esto no nos referimos solamente a una rampa, sino a que una persona sorda pueda acceder a información en un mall, servicio público, etcétera. Asimismo, que nos eduquemos en la lengua de señas desde niños, ¿Por qué no? Si nos enseñan inglés, ¿por qué no podríamos aprender lengua de señas si más de 800.000 mil personas en Chile son personas con algún tipo de discapacidad auditiva? ¿Por qué no consideramos desde el diseño que los proyectos sean inclusivos, en su arquitectura, señalética, en la concepción de los espacios? Pero para esto hay que entender realmente las necesidades, ponernos realmente en el lugar del otro.

Como Fundación Ronda, sabemos que los marcos regulatorios ayudan, pero no aseguran el cambio cultural, el cambio en el ADN. Hay batallas sociales que hemos ganados, otras que aún no. De nosotros, de todos nosotros, depende si la inclusión la sacamos adelante.

Los invitamos a poner creatividad, a dar buenas ideas, a ampliar la mirada y a asumir que somos el problema, pero que también podemos ser parte de la solución.

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