Opinión
La semana pasada vivimos un momento mágico en el marco del Encuentro Trisectorial de Responsabilidad Social Inclusiva 2017 de Fundación Ronda, “Ser Cambio, inclusión para un Chile más grande”. Durante la jornada realizamos un ejercicio que nos demostró lo lleno de prejuicios que estamos en Chile.
Basta con mirar una imagen de una persona para suponer qué hace, de dónde viene y quien es. Sin embargo, la dinámica reveló que la primera impresión muchas veces dista mucho de ser realidad; esto nos permitió reflexionar acerca de cómo las personas generamos etiquetas y sobre esta base nos relacionamos entre nosotros. Colocamos rótulos por nivel socioeconómico, por género, por color de piel, por apariencia física e incluso por tipo de discapacidad, en Chile somos uno de los pocos países del mundo que la segunda pregunta que va después de cuál es tú nombre, es donde vives o en que colegio ibas, y con esta información condicionamos inmediatamente como seremos con esa persona.
El momento más impactante de esta jornada fue al ver una imagen de una chica en su silla de ruedas. La respuesta de algunos asistentes fue pensar que ella era vendedora ambulante, que estaba cesante o que vivía con sus papás. Increíble! Ya que la persona de la foto era Francisca Mardones, orgullo nacional al representar a Chile como tenista paralímpica, medallista y ahora de las mejores del mundo en otros deportes también, como lanzamiento de disco, bala y jabalina. Además de vivir por mucho tiempo en Estados Unidos, viajar por el mundo y tener también estudios universitarios.
¿Dónde está escrito que un migrante de Sudamérica viene a delinquir? ¿Quién dice que una persona sorda y que habla lengua de señas no puede trabajar en una oficina y ser Gerente de esta misma o por que no dueño ? ¿ O quién nos dijo que si una persona nace en una comuna que no es parte del sector oriente o que su colegio no es de los “ emblemáticos ¨ particulares, no podría tener las mismas oportunidades profesionales ?
Lo más preocupante de este tipo de actitudes es que nos empobrecen como sociedad, nos ponen un límite y nos estancan en crecimiento e innovación al no aceptar que somos una sociedad que podría crecer exponencialmente gracias a la diversidad y una real inclusión del otro.
Es por eso que en esta oportunidad los invito a eliminar los prejuicios y preocuparnos por conocer a las personas tal cual son, sin juzgar. Sólo así seremos un país inclusivo. Sé que no es fácil, yo aún sigo día a día cometiendo errores y discriminando de alguna u otra forma, ya que fue criarme en este sistema, pero poco a poco soy cada vez más consciente y si cada uno está dispuesto a realizar este ejercicio, siendo responsable y empático, podremos ir eliminando estas barreras que nos dividen y alejan de un “ nosotros “.
